La adolescencia es un complejo desarrollo hacia la madurez personal; en la medida que el ser humano elabora las distintas fases del proceso es más capaz de tomar y llevar a cabo decisiones de manera responsable.
Las fricciones entre padres y adolescentes se deben principalmente a la escasa correspondencia entre la autoridad de los primeros y la libertad que exigen los segundos. Sin embargo, la flexibilidad puede equilibrar la relación.
A partir de los 11 años comienza a manifestarse la madurez sexual y hasta los 16 años viene la culminación de los cambios físicos, que provocan desajustes emocionales.
Ambos sexos experimentan un rápido crecimiento en estatura, peso y desarrollo de los sistemas muscular y óseo.
Durante la pubertad los órganos reproductores femeninos y masculinos crecen y maduran características sexuales primarias. Las características sexuales secundarias son externas: desarrollo de senos y menstruación en mujeres; y ensanchamiento de espalda, cambio de la voz y piel en hombres, así como crecimiento de vello corporal en ambos.
Socialmente: Cuestionan la autoridad de los adultos. Defienden sus derecho de intereses propios. Defienden su privacidad. Evitan estar solos. Actitud de rebeldía. Demanda de independencia. Quieren pasar el mayor tiempo posible con los amigos de su edad para encontrar
comprensión frente a sus cambios. Tendencia a tomar riesgos, lo cual puede propiciar accidentes, adicciones, homicidios, embarazos no deseados e incluso el suicidio. Alrededor de los 18 años pueden construir un proyecto de vida.
Sugerencias
Tener paciencia y saber diferenciar cada cambio y comportamiento en sus hijos adolescentes puede ser la clave para apoyarlos durante esta etapa.
En esta etapa se empieza a desarrollar un sentido de independencia y por ello muestran deseos de querer alejarse paulatinamente de sus padres.
Si se le regaña o impone sanciones al adolescente, es probable que se sienta manipulado, presionado o castigado, y por lo tanto se resista a modificar su comportamiento. La autoridad del adulto se debe ir transformando en orientación y guía conforme el hijo adquiere madurez.
Pueden utilizarse «las consecuencias lógicas» como un método de disciplina que reemplaza a las sanciones como procedimientos correctivos. Una forma de utilizar las consecuencias lógicas con un adolescente es llegar a un acuerdo respecto a las consecuencias si no se respeta lo antes pactado. Ejemplo: «Si no llegas a la hora acordada, mañana no podrás salir».
Las consecuencias lógicas permiten a los padres ser una guía para sus hijos, y a los hilos ser los responsables de sus acciones: los efectos tienen sentido para ellos y no se viven como sanciones, sino como una negociación. Los adolescentes aceptarán mejor las consecuencias que ellos han ayudado a decid ir: ¿Podemos conversar acerca de esto por 10 minutos? ¿Qué te parece la siguiente idea? Ejemplo: exponga lo que considera que es un buen argumento sobre la hora de I legada después de una fiesta y escuche su opinión.
Asegúrate de pactar antes de que ocurran los problemas, anticípate a ellos.
Es posible que en ocasiones no existan alternativas para negociar, porque el comportamiento es peligroso para él o para los demás. Fija la consecuencia con más firmeza y ya habrá otra oportunidad para insistir y hacer un buen pacto.
Platica con tus hijos acerca de la amistad. Señala que los verdaderos amigos no les pedirán que hagan cosas sabiendo que no son adecuadas y pueden ser peligrosas.
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