La sillita de comer nueva, un súper babero, un plato especial con dibujos coloridos. Todo está listo para el gran día. Sin embargo, resulta un gran fracaso. Hay más puré en el suelo, la cara del niño, la mesa y en la ropa de papá y mamá que en la boca del niño. No desesperar. Darle de comer a un bebé es algo paulatino para lo cual se necesita mucha paz y paciencia.
Las primeras comidas suelen ser complicadas. Pero no impacientarse. Al principio no se debe esperar que el niño coma mucho puré. Lo tomará de a poquito, empujando para afuera con su lengua, Esto es normal dado que el niño tarda en aprender a tener los bocados en la cavidad bucal.
Al iniciar la alimentación con sólidos si algo que hay que mantener es la calma. No es importante la cantidad que el bebé coma, ya que necesita tiempo para adaptarse a nuevos sabores y presencia de sólidos en la boca. Entonces no apurarse. Con el apuro, los alimentos a nadie les resultan agradables.
Hablar, cantar, sonreír y acariciar al niño durante las comidas es una estrategia adecuada. Debe ser un momento agradable para ambos. Es de esperar que el bebé se distraiga en esos momentos en que se está tratando que coma. En esos casos, habrá que esperar a que vuelva a mirar, llamarle la atención con la voz ó algún juguete.
Aunque use babero, con ó sin mangas, el bebé rápidamente “aprenderá” a ensuciarse con al comida. Es normal. Cada comida acabará en un desorden. Habrá puré sobre quien le dé de comer, el niño, la mesa y el piso. Y todo será peor aun cuando empiece a usar la cuchara.
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