El saco amniótico es la cubierta de dos membranas que cubre al embrión y que se forma entre el octavo y noveno día de la fecundación. La membrana interna llamada amnios contiene el líquido amniótico y el feto en su interior. La membrana exterior, llamado corion, contiene el amnios y es parte de la placenta.
El Amnios es una fina membrana que envuelve y protege al embrion y esta lleno de fluido salino llamado liquido amniótico. El amnios permite los movimientos fetales, ofrece protección contra eventuales golpes, y permite que las sustancias de desecho ingresen a la circulación materna para su excreción. Durante el segundo trimestre el feto es capaz de inhalar el liquido amniótico (de modo tal que entra en sus pulmones) y tragar el mismo; promoviendo el desarrollo y crecimiento normal tanto de los pulmones como de su sistema gastrointestinal.
El saco amniótico que contiene al embrión se forma alrededor de 12 días después de la concepción, mientras que el líquido amniótico comienza a llenar el saco de forma inmediata. Durante las primeras semanas del embarazo está compuesto principalmente de agua suministrada por la madre. Después de la semana 12, el fluido está formado principalmente por orina fetal. El feto flota en el líquido amniótico y durante el embarazo dicho líquido amniótico aumenta en volumen a medida que el feto crece. Este volumen alcanza su punto máximo aproximadamente en la semana 34 de gestación, cuando llega a un promedio de 800 ml. Aproximadamente 600 ml de líquido amniótico rodean al bebé a término de la semana 40 de la gestación. El bebé hace circular constantemente este líquido al tragarlo e inhalarlo y reemplazarlo a través de la exhalación y la micción.
El líquido amniótico cumple numerosas funciones para el feto:
Protege al feto de las lesiones externas al amortiguar golpes o movimientos súbitos.
Permite el movimiento libre del feto y el desarrollo músculo-esquelético simétrico.
Mantiene al feto a una temperatura relativamente constante para el medio ambiente.
Permite el desarrollo apropiado de los pulmones.
El trastorno en el que se presenta una cantidad excesiva de líquido amniótico se denomina polihidramnios, que con frecuencia acompaña a los embarazos múltiples (mellizos o trillizos), anomalías congénitas o a la diabetes gestacional. La cantidad de líquido amniótico se determina a través de una ecografía que se efectúa midiendo la profundidad del fluido en cuatro cuadrantes del útero y sumando los resultados obtenidos. Si posee una profundidad superior a 24 cm. la mujer embarazada presenta polihidramnios.
Puede traer complicaciones tanto en la madre como en el bebé, como el parto prematuro, rotura prematura de bolsa, desprendimiento de placenta, hemorragias postparto por atonía uterina y mala posición fetal.
Una ecografía rutinaria puede ayudar a detectar esta patología a tiempo para seguir el tratamiento que el médico recomiende.
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