El cordón umbilical puede ser estudiado por métodos eficaces de diagnóstico: la ecografía convencional, las actuales 3D y el Doppler Color, una técnica que utiliza ondas sonoras para medir el flujo de sangre a través de los vasos umbilicales. Sin embargo, las complicaciones del cordón no se pueden diagnosticar con un grado absoluto de certeza antes del parto, excepto la anomalía de arteria única.
La ecografía puede detectar algunas brevedades de cordón, determinadas circulares (en general, las localizadas alrededor del cuello) y en forma excepcional el nudo real. El monitoreo fetal anteparto sólo permite insinuar una posible alteración de la circulación sanguínea y, durante el trabajo de parto, el monitoreo puede hacer sospechar la existencia de un trastorno del cordón al alertar algún grado de sufrimiento fetal, pero puede dar un diagnóstico de certeza.
Generalmente, las alteraciones del cordón se detectan en el momento del nacimiento y, en ocasiones, no tienen ninguna repercusión para el pequeño. Si el monitoreo fetal alerta posibles complicaciones, el obstetra deberá valorar, según el avance del bebé por el canal vaginal, la vía de finalización del parto –normal o por cesárea-, para llevar a buen término el esperado nacimiento.
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