En las tablas elaboradas por el Instituto Nacional de Estadística se confirma esta tendencia, hasta el punto de que la edad media para tener el primer hijo se sitúa casi en los treinta años.
Hace tan sólo dos décadas si una mujer se quedaba embarazada a los 30 años se consideraba una gestación de riesgo debido a «su avanzada edad». Actualmente, la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia considera madres añosas a las embarazadas a partir de 35 o incluso de 38 años.
Este límite se ha establecido porque a partir de los 35 años se inicia el incremento progresivo del riesgo para síndrome de Down y otras alteraciones cromosómicas, por tanto es el límite para practicar las pruebas necesarias con objeto de detectar estas anomalías y para tratar otros posibles problemas que van asociados a la edad materna.
Además, está comprobado que si el estado de salud de la madre es bueno y recibe una atención médica adecuada, los riesgos para determinadas complicaciones asociadas a la edad disminuyen considerablemente.
El control y los cuidados han de ser más exhaustivos que en las pacientes más jóvenes, pero gracias a los progresos en el diagnóstico prenatal, las madres mayores pueden vivir su embarazo con tranquilidad.
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